MEMORIA DESCRIPTIVA:
Este lugar emblemático a metros de la plaza principal de la ciudad fue inaugurado en el año 1852 como la primera farmacia del pueblo y de la provincia de Buenos Aires, por Don Fernando de Arenaza, donde además se alojaba allí su vivienda y en planta alta el consulado, ya que Arenaza era el cónsul español en Chascomús.
Estas actividades se desarrollaron hasta el año 1910, luego funcionó en el local la fonda “Don Cantino”, después un pequeño hotel y posteriormente la mueblería “La Económica”. En el año 2005 es adquirido por nuevos dueños que encargan la restauración del lugar convirtiéndolo en un café y centro cultural y gastronómico. Hoy en día es una cervecería.
La intervención del año 2006 consistió en la restauración, ampliación y refuncionalización de la obra, manteniendo la distribución de los espacios bajo el esquema de casa chorizo, con la intención de generar en el zaguán un paseo semipúblico, con actividades artísticas y gastronómicas, pasando por el patio donde se conservó un antiguo aljibe y finalizando en un segundo patio donde se encuentra la escalera caracol de estilo inglés hecho de hierro de fundición, esta es una réplica de la que hay en la Capilla del Palacio San José de Urquiza, Entre Ríos.
La propuesta incluía además la idea de que este patio funcione como vínculo al corazón de la manzana, donde cada una de las propiedades colindantes podían ejercer una actividad desde sus fondos para nutrirlo teniendo a “La Botica” como acceso. La idea no prosperó por falta de recepción por parte de los vecinos.
A su vez la fachada fue preservada en su totalidad, excepto el acceso central de madera que es hecho a nuevo basado en una foto del año 1900. Arenaza, el boticario, era masón, eso explicaba los mascarones de la fachada como así también muchos de los ornamentos de la misma.
Parte de la idea fue también mostrar en planta baja algunos detalles constructivos interesantes. Para lograr eso se dejó al desnudo la estructura en algunos sectores, por ejemplo, en el sector de arcos de medio punto de ladrillo a la vista.
Un detalle interesante es que, en el segundo piso, de madera, se encontró dentro de la cámara de aire, huesos de vizcacha. Esto se debe a que en los años ´30 funcionaba la fonda “Don Cantino”, muy concurrida donde la gente iba a comer guiso de vizcacha.
Los huesos secos se usaban para que absorbiera la humedad y no afectara a la madera del piso, además de la aplicación de rejillas de ventilación. Esto es un ejemplo de como una costumbre del pueblo, que es ir a comer vizcachas, termina siendo un recurso arquitectónico. En la restauración se hacen dos pequeñas ventanas de vidrio en el piso y se ilumina para que se pueda apreciar esa particularidad de la obra.