Hacia una ciudad de cercanía

“Repito, no digo que tengamos que detener la globalización y prohibir los viajes, tan solo necesitamos ser conscientes de los efectos secundarios de aquello a lo que renunciamos a cambio de lo que obtenemos. Yo por mi parte si veo los riesgos de que un Virus extraño y grave se propague por todo el planeta”.
Nassim Nicholas Taleb, El Cisne Negro, 2007.
La movilidad urbana, interurbana o territorial, ha pasado a ser tema de actualidad. Se han cerrado todas las conexiones internacionales y regionales. Por otro lado, se habla de “negocio de cercanía, de una actividad a escala barrial, de “changas pero solo dentro del barrio “o de la conveniencia de peatonalizar los centros comerciales para darle más espacio y distancia al desenvolvimiento de las actividades.
Los controles interurbanos revelan la irracionalidad de la vida cotidiana de más de 3,5 millones de habitantes que gastan entre 4 y 5 horas de sus días y gran porcentaje de sus sueldos y salud en congestionados e inhumanos viajes interurbanos. Los Sanitaristas y los dirigentes políticos nos explican, como si fueran especialistas en la organización del espacio, las diferencias entre los barrios populares “con escaleras” como la villa 31 o 20, con los barrios populares (con terrenos) como la villa Azul o la Itati.
Los medios y las redes en cada comunicado, señalan inconscientemente los graves desequilibrios en la organización espacial de las actividades en la región AMBA,que sumadas a las pésimas condiciones sanitarias de las viviendas de los barrios populares, se transforman en los problemas para la vuelta paulatina a la vida normal.
Esta situación extraordinaria de Pandemia Global, restituye circularmente el protagonismo y la autoridad que los médicos higienistas tuvieron en las grandes epidemias de finales del siglo XIX y principios del XX. El Higienista era también Demógrafo y Urbanista. Para resolver su problema específico (el del contagio de un individuo, o grupo), tenían que actuar sobre la manera que las actividades se organizan sobre el espacio y el territorio.
En la novela de Julio Verne France-Ville (1879), la ciudad del futuro, la ciudad ( anti-pandemia) es diseñada por el medico higienista Francisco Sarrasin, y por ejemplo en nuestro país, el medico sanitarista Emilio Coni opinaba hacia finales del siglo XIX: “en vez de médico de enfermos, lo he sido de ciudades y pueblos.
Todo el nuevo Urbanismo y la arquitectura moderna fueron influidos en gran parte conceptualmente por los conceptos higienistas: sol, aire, superficies lisas, espacios verdes (el lavatorio a la vista en las villas de Le Corbusier) o la estratégica ubicación del baño-cocina en los primeros prototipos de vivienda mínima mostrados en los primeros congresos de arquitectura moderna (CIAM 29, 30).
En esta pandemia del siglo XXI, los urbanistas, arquitectos y otros profesionales relacionados con la organización del espacio, debemos aportar nuestros conocimientos, reflexiones o intuiciones (aunque tengan el error lógico de la predicción ), para pensar en el espacio y la arquitectura de los próximos tiempos.
Recientemente, el filósofo Richard Sennett, en un texto titulado “¿How should we live?, density in pos-pandemics cities“, plantea el reto que esta pandemia le presenta a los arquitectos y urbanistas. Según Sennett, la clave es la densidad y su sistema de movimientos.
La densidad es la lógica de las ciudades, la concentración de actividades estimula el intercambio y la cultura de integración social, también el efecto de densificación es un buen principio ecológico y sostenible, ya que ahorra suelo urbano e infraestructura de servicios y transporte, así como superficies que se pueden disponer a las actividades agrícolas.
El desafío seria entonces, como sin dejar de lado estos atributos positivos de la densidad, encontrar formas, dispositivos o procedimientos para prevenir e inhibir futuras pandemias, poder idear en clave contemporánea los espacios que los urbanistas chinos llamaban “patios Shikumen”.
Pero una cuestión más problemática para la densidad es el transporte, donde justamente su ventaja es la idea de aglomeración, su capacidad de movilizar el mayor número de personas por viaje, pero la realidad ha demostrado que no es una forma sana de densificación y de aglomeración.
Por esa razón se crea lo que se puede llamar la ciudad de 15 minutos o Ciudad de Cercanía. Estudios que urbanistas en Paris y en Bogotá están realizando, consisten en organizar actividades cotidianas como ser: trabajo, producción, educación y esparcimiento de la mayor cantidad posible de población, donde los ciudadanos pueden llegar peatonalmente o en bicicleta hasta los focos de densidad, en lugar de viajar por medios mecánicos masivos hasta estos puntos -que serán luego tratados según protocolos de acuerdo a cada actividad-.
Hacer realidad estos conceptos y generar la Ciudad de cercanía, sería un nuevo desafío en la planificación de los nuevos espacios, que serán ciudades más humanas, donde se retomaría la olvidada idea del barrio como ámbito de la vida cotidiana.
La ciudad territorio globalizada ha quebrado esa unidad de vida en la unidad de espacio y fragmentado excesivamente la vida cotidiana, dependiendo y forzando al sistema de transporte, llevando la movilidad urbana al límite.
Diariamente en el AMBA, más de tres millones de habitantes pierden valiosas horas irrecuperables de sus vidas en circular desde sus barrios del conurbano (populares o exclusivos) en llegar hasta la capital, para trabajar o realizar alguna actividad que solamente se desarrollan en la Metrópoli.
Para retomar la idea de integridad de las actividades en la ciudad de cercanía, no tenemos que irnos a la antigua Grecia, al Renacimiento o a la Escocia de Robert Owen, tenemos ejemplos muy cerca en el espacio y el tiempo.
En los años 70 en el pueblo de Jeppener, se fabricaban autos Citroën y muchos obreros llegaban en bicicleta o mediante un corto trayecto en tren a la fábrica, formando una comunidad donde convivían técnicos especializados en tecnología de punta con productores y trabajadores rurales.
O Gambier en el barrio de Los Hornos, con la fabricación de rieles y tecnología de punta ferroviaria, o poblados urbanos-industriales como Quilmes, Avellaneda y San Martin, donde el tejido mixto integraba la residencia con la producción y los servicios. Los trabajadores y sus familias vivian en el barrio y las actividades de la vida se realizaban en la ciudad de cercanía (ciudad pre-zooning)
Pensar la ciudad de cercanía nos obliga a repensar en la manera que usamos y distribuimos las actividades en el espacio. Una especie de “reciclaje funcional”, que tendrá su correlato en los cambios en las formas de los diseños urbanos y arquitectónicos.
Pensamos que el ámbito espacial que abarca nuestro distrito, podría tomarse como laboratorio experimental para proponer nuestra futura ciudad de cercanía, reforzando los centros barriales, las actividades productivas en los barrios y las ciudades medianas.
Esta simple idea de Ciudad de Cercanía, aplicada como presupuesto teórico, puede incorporarse al debate en el marco del plan La Plata 2030. Esto nos llevaría a poner en crisis por ejemplo, tanto los parques industriales -alejados de la viviendas-, o los loteos mono-funcionales extendidos sobre el territorio, ya sean de vivienda popular o barrios cerrados de lujo. Se trata en definitiva, de repensar las nuevas densidades en función del problema de la movilidad urbana, que son dos problemas interdependientes, imposibles de separar en abstractos ejes temáticos.
Invitamos a todos los matriculados a participar en los institutos y comisiones de trabajo del capbauno, con ideas y alternativas para nuestra ciudad y su región, para las medianas y pequeñas ciudades, los poblados rurales y su paisaje, ambiente y sistema productivo, entendiendo que las características de La Plata y su región la distingue espacial y funcionalmente del sistema AMBA.
Tenemos todas las condiciones en nuestra ciudad capital y los distritos de la región, para poder retomar la idea de la ciudad de cercanía, la unidad de la vida y de las actividades en el espacio, Alentar a las multiplicidad de funciones, la descentralización administrativa, productiva, educativa, tener como nuevo paradigma, la “Glocalizacion” -insertarse globalmente desde lo Local-, volver a la unidad de vida en la unidad de espacio.
INSTITUTO DE ESTUDIOS URBANOS – CAPBAUNO