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Yendo de la cama al living

“…Yendo de la cama al living

sientes el encierro

yendo de la cama al living….”

Quién diría que la letra de Charly García de hace 38 años sería una realidad de los últimos 120 días. Esa capacidad de las letras del rock argentino de ser atemporales, ese charly de 30 años, del inconsciente colectivo que sigue siendo parte de los y las millennials y pasa a los y las centennials.

Hoy nos encontramos caminando nuestro espacio más de lo que habíamos imaginado, con celular en mano siempre, nos disponemos a arrancar y conectarnos con el exterior, compu y de fondo música de Wos:

“…Y no, no hace falta gente que labure más

Hace falta que con menos se pueda vivir en paz

Mandale gas, no te perdás, acordate en dónde estás

Fijate siempre de qué lado de la mecha te encontrás…”

Los que transitamos estas generaciones, (la amplia gama entre los 20 y 40 años), crecimos dentro de cierto ‘contextos de calma’, sin guerras ni gobiernos totalitarios, pero nos atravesó (como a todos), un episodio histórico, “la pandemia”.

El confinamiento impactó fuertemente en nuestras modalidades de empleo, educación, y en una nueva forma de relacionarnos virtualmente. Nosotros, los nativos digitales, los que deberíamos estar arrancando en el mundo laboral, nos encontramos en medio de una crisis mundial de proporciones históricas, con las ambiciones profesionales desdibujadas. Los anhelos consumados de las generaciones previas, como independizarse o la casa propia, parecen hoy en día una meta difícil de alcanzar para nosotros.

Somos, sin embargo la generación que estamos deconstruyendo todo, las relaciones humanas y sobre todo las relaciones laborales.

Trabajar desde la casa implica para muchos de estas y estos jóvenes improvisar una oficina, que puede estar en el comedor, en la habitación e incluso en la cocina. Montar y desmontar ese espacio para hacer lugar y cocinar se ha vuelto en muchos casos habitual, como si todo el tiempo se tratara de una puesta escenográfica. El ya conocido Home office abarca un sinfín de actividades: educación virtual, trabajo a distancia, redes sociales, etc. Las relaciones y los vínculos se transformaron en pequeños nichos virtuales, muchas veces despersonalizados. Pero esto es transversal a toda la fuerza laboral activa.

Esta nueva modalidad puede tender a perder la noción de tiempo y espacio, acostumbrarse a que no hay descanso ni recreo puede ser peligroso y contraproducente. El hecho que no exista separación entre trabajo y vida privada puede llevar a desarrollar nuevos hábitos psicológicos no tan deseados.

La organización internacional del trabajo (OIT) dice que los y las jóvenes son los y las que más están padeciendo las consecuencias sociales y económicas de la pandemia, y corren el riesgo de tener que seguir haciendo frente a los efectos de la misma a lo largo de toda su vida laboral y de pasar a constituir una generación de “confinamiento”.

Son estas generaciones, que aunque creamos que se adaptan mejor a la virtualidad, las que están viviendo el mayor desgaste emocional y anímico. Arrancan en el mundo laboral en medio de una crisis de tamaña proporción. Cómo no sentir que la pandemia les roba sus ambiciones profesionales, la posibilidad de independizarse e insertarse en un mundo de por sí ya complejo. Por lejos, su mayor temor es no poder encontrar trabajo. Así estas generaciones transitaron, transitan ? hacia la “adultez” en una década en la que no sólo la economía no creció, sino que además este año caerá a niveles parecidos a 2008.

En lo que atañe a la actividad laboral, el golpe del parate llegó en un momento en que la profesión ya estaba muy mal, como consecuencia de la recesión y la crisis económica de nuestro país. El INDEC informó que el primer trimestre del año, la desocupación golpeó en especial a los jóvenes de 18 a 29 años. Entre las mujeres de ese rango etario, la tasa del desempleo se elevó a 24 %, más del doble del promedio nacional. Y así podríamos seguir mostrando datos que reflejan la grave situación que estas generaciones están atravesando.

A pesar de todo lo expuesto anteriormente, esta generación, corre con la ventaja de haberse desarrollado bajo la revolución digital donde se sienten cómodos, mucho más que las generaciones predecesoras, encaran el futuro a como dé lugar y se acomodan. Tienen claro el cambio que transita nuestra actividad, se capacitan, se interiorizan en los nuevos modos de relacionarse, de comunicarse y de hacer arquitectura. Atentos a temas trascendentes como el cambio climático, el medio ambiente, la sustentabilidad, el hábitat en su mayor expresión, espacios sociales y urbanos, etc. Esto muestra el gran compromiso con el que exponen su potencial y su mirada en esta nueva realidad y están prestos a volcarlo en todas las escalas, en casas, en barrios, en ciudades, en el territorio.

Es a estas y estos jóvenes a los que tienen que estar dirigidos los esfuerzos para empoderarlos laboralmente. Son las generaciones que tienen en claro que el esfuerzo debe acomodarse a un nuevo mundo.

La industria de la construcción y la profesión como parte de ella, cuenta con la capacidad intrínseca de ser el puntapié inicial para la reactivación económica.

Desde el colegio tenemos como objetivo la continua formación de jóvenes profesionales, capaces de crear y realizar materialmente los espacios productivos, sociales y culturales de este nuevo mundo, en una perspectiva de transformación. Esta realidad en movimiento, implica nuevos objetivos, nuevos paradigmas, nuevas relaciones y por tanto, nueva arquitectura.

Por todo ello, nuestras instituciones representativas y nosotros y nosotras como colegio, tenemos mucho para decir, proponer y gestionar. Es nuestro deber acompañar y apoyar en este complejo momento que nos toca vivir a la fuerza laboral más importante y castigada que tenemos: LES JOVENES.

Arq. Eva Ignomirielo | Coordinadora Comisión de Género y Derechos Humanos |

Arq. Pablo Heffes |Coordinador Comisión Ejercicio Profesional Relación de Dependencia|

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Para contactarse con la Comisión, escribir a: info@capabauno.org.ar